El florecimiento de tu luz interior

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¿En algún momento notaste que existen personas que ingresan a un lugar y lo iluminan todo, como si fueran grandes luminarias que destacan inevitablemente de los demás? 

Como profesionales de la psicología dedicamos mucho tiempo a la observación e identificar como ciertos individuos, según su nivel de energía, se distinguen de los demás y generan cierta emoción o expectativa es apasionante, es como un líder a quien todos esperan, mas no tiene que ser necesariamente la persona que lleve la batuta en grupo u organización. 

Las personas con brillo personal, son aquellas que no se esfuerzan en mostrarse o exhibirse, son lo que son, eso es todo. Ese brillo puede ser consecuencia de una vida interior ordenada, con entendimiento y equilibrio, con una autoestima alta y un ego moderado o al menos controlado y su sola presencia o tono de voz transmite carisma, tranquilidad e incluso la motivación de ser altruistas, la sensación que transmiten es como un equinoccio de primavera, un cambio estacional que marca un antes y un después.

El brillo personal es parte de nuestra esencia, es decir, nacimos en la perfección de ser seres de luz por dentro y emitir esta luz a nuestro entorno, es algo natural que nos habla de una autoestima sólida, recalco – autoestima no ego – de agradecer los cimientos heredados, de estar de acuerdo con los pilares que fuiste formando en la vida y la construcción de una cúpula dorada que engrandece nuestra persona.

Aunque no todas las personas cuentan con ese brillo personal, por situaciones a lo largo de su vida, es bueno saber que se puede reconstruir poco a poco, desde el yo interno. Notar nuestra esencia es como un descubrimiento o reconocimiento intrínseco de la esencia misma, de la autenticidad que tienes dentro de ti y una vez trabajado serás capaz de manifestarlo a los demás. Con esto queda claro que no se trata de comprar el brillo, por lo cual en este tema en específico es irrelevante las adquisiciones, títulos, cargos, marcas u otros excesos hoy en día muy normalizados para aceptarnos y amarnos tal como somos.

Podemos asegurar que no es necesario deslucir al otro para brillar, a veces estamos muy amarrados a la crítica, nos encontramos socialmente estancados en el juicio o la mirada de los demás y culturalmente nos arraigamos a acciones tan empobrecidas como hablar mal del otro para sentirme superior o más valioso. La censura al carisma del otro es sólo un modo de operación basado en un sistema de creencia que no nos pertenece, viene del pasado, de enseñanzas en cierto grado obsoletas y creamos el hábito de desmerecer a los demás, pero, si veo el brillo del otro y en lugar de generar sentimientos de envidia o ira, simplemente lo acepto, lo reconozco y suelto.

Todos podemos adquirir la práctica de enfocarse en sí mismo, conocerse y aceptarse como una persona que prefiere estar fuera del foco de atención y listo, suelto y ya dependerá de cada uno si desea generar o incrementar su propia luz interior.

No dejes de brillar sólo por hacer sentir bien a los demás, porque tú dejes de iluminar no significa que otros vayan a generar luz, así que si cuentas con este brillo personal no trates de esconderte, porque el sol no se puede tapar con una mano, se necesita mucho más para ocultar tu esencia y lo mejor es que es posible que aclares el camino de tu entorno.

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