En nuestro género, muchos son los roles que interpretamos en la vida, desarrollamos papeles como hija, hermana, amiga, compañera, esposa, madre, tía, abuela y un sinfín de actuaciones en la que somos protagonistas, más el único rol que nos invita a experimentar el amor incondicional sin duda es el rol de la maternidad.
Desde el principio de los tiempos hasta el momento actual se ha dicho que la mujer es la encargada de la procreación y el cuidado de los hijos, entonces ha sido la mujer la que ha llevado esta responsabilidad a cuestas salvo contadas excepciones; pero por qué tal aseveración ¿acaso es una situación que puede ser manejada por una sola persona?, estamos hablando de traer a seres humanos y prepararlos para este mundo con las mejores herramientas que les puedan proveer. Cada mujer que ha tenido el privilegio de poder concebir (85% de mujeres en el mundo) tiene una experiencia única respecto a su maternidad, aunque los medios han propuesto cierto romanticismo sobre el tiempo de espera de un bebé, mostrando mujeres hermosas y sanas, ocupándose únicamente con alegría de la preparación de la habitación del próximo integrante o tejiendo el abrigo perfecto del bebé, aunque hoy en día el porcentaje de mujeres con esta habilidad debe ser muy bajo; en fin, esta situación de la dulce espera no es tal, hay muchos miedos y preguntas que no son respondidas, hay situaciones de abandono físico y emocional por parte de la pareja, incertidumbre por el futuro, la economía, el acompañamiento activo de alguien en tu vida y tantos temas que de alguna manera muy amorosamente son superados, se deja el dolor a un lado por el bien del hijo que está por nacer y siguen adelante, este es el momento perfecto para honrar a la mujer convirtiéndose en madre, aquella que tomó la decisión de ser mamá y llevar adelante esta responsabilidad con hidalguía sólo por el resto de su vida.
El proceso de convertirse en madres inicia desde la decisión y búsqueda de descendencia, en los casos de planificar y/o deseo de experimentar el rol, en la mayoría de los casos este es un tiempo digno de disfrutarse, sin embargo, cerca de un 25% de las mujeres vivencian la depresión post parto y trastornos asociados que dejan un velo que puede opacar el desempeño de la maternidad en si, por ello el acompañamiento de la pareja o una persona que cumpla la función es lo ideal, la maternidad es un camino muchas veces intempestivo, con baches, rutas sorpresa, sola en ciertos espacios pero con un alto sentido de protección e instinto por la vida, esta premisa es la que engalana a tantas mujeres que vemos en el día a día.
Una vez que nace el bebé podemos observar la influencia de la madre con su hijo, el vínculo que bajo cualquier circunstancia previa será inquebrantable, por medio de la maternidad es que las mujeres tienen la dicha de experimentar el amor en su más alta definición y este es un acuerdo afectivo difícil de deshacer.
Leía hace un par de años a un autor que decía “felices las mujeres de este milenio que pueden elegir entre ser madres o profesionistas, no se pueden quejar, pues la sociedad actual es muy justa respecto a la elección de sus roles y ahora tienen vidas más simples…” y no puedo estar de acuerdo con tal declaración, es cierto que hoy en día puedes tomar la decisión de no cumplir este rol para participar de forma competitiva en logros académicos y espacios de trabajo, pero no creo que por ello tengamos una vida simple, es bueno reconocer que las mujeres que han optado por el camino de la no concepción no son egoístas o poco responsables, es simplemente una decisión en el ejercicio de anteponer su persona por encima otras obligaciones y descubrir su trascendencia de otra forma, además, la mayoría de mujeres que tienen hijos siguen trabajando y es justamente porque no tienen elección, entonces se cumplen los roles igual que antes sumándole uno. No existe la decisión de tomar la maternidad, abandonar el trabajo y que el Universo o el Gobierno y un Hada Mágica solvente las necesidades de esa familia. Me parece que debemos ser más justos con a la hora de expresarnos y respetar el noble y desinteresado acto de traer hijos al mundo en beneficio de una sociedad creciente y en desarrollo.
El respeto por este rol va desde el apoyo de la sociedad otorgando espacio o un asiento a las madres hasta la creación de políticas que provean seguridad mental, emocional, esparcimiento y descanso para las “Súper Woman” que vemos en las calles y en nuestros hogares.
- Aún no veo que todas las empresas cuenten con espacios para mujeres con hijos, mujeres que trabajan y que siguen en proceso de lactancia, cómo formar hombres y mujeres fuertes si no los padres están ausentes por más de 10 horas.
- Eliminar por completo la mirada acusadora de los empleadores cuando una de sus funcionarias les informa que está embarazada y ni hablar del pesar que tienen por pagar un subsidio o los días de descanso que le corresponde a una mujer a punto de desembarazar.
- Romper el estigma de que la mujer al ser madre deja de ser eficiente y entregada a las más de 8 horas de trabajo.
Necesitamos más conciencia y apoyo pues son los hombres del mañana los que se están trayendo al mundo.
Sería tan sano ver a mujeres disfrutando de espacios de descanso, entrenamiento y esparcimiento para seguir experimentándose como seres humanos y contar en esos lugares con cuidadoras momentáneas para no dejar el rol, sólo darse un tiempo para sí mismas.
Las mujeres somos dadoras de vida, de amor incondicional, estamos creando a las generaciones que conforman nuestra humanidad, creemos conciencia para estas mujeres y ante todo honremos y veneremos a nuestras madres cada día de nuestra vida.
Hoy puedo decir que soy la hija de mi madre, sin dudas ni vacilaciones y agradezco que así sea, pues la volvería a elegir una y otra vez en esta relación de tantos aprendizajes.