¿Qué es perdonar?, ¿Por qué se sugiere practicar el perdón en nuestras vidas? ¿Somos capaces de identificar si mostramos resistencia a pedir disculpas o a perdonar?
Perdonar es un valor de los muchos que son inculcados en nuestra sociedad y entonces desde muy pequeños en el ámbito familiar, espiritual y escolar se nos repite una y otra vez que ante la ofensa o daño externo, es nuestro deber perdonar o disculpar al otro. Es decir que, desde la infancia se instaura la creencia que los niños buenos deben disculpar las faltas del otro, pero esta premisa deja de cobrar sentido a medida que vamos desarrollándonos y los eventos del pasado o presente cobran una importancia mayor, entonces nos cuestionamos no sólo si estamos obligados a pedir disculpas o perdonar, sino también a considerar si el otro merece mi perdón. Tendemos a clasificar, medir y evaluar varios factores antes de otorgar el indulto y muchas veces estimamos que el otro deberá seguir siendo castigado por sus acciones inapropiadas por medio de indiferencia o desdén y entonces no disculpamos la falta.
Ahora, exploremos un poco más, el perdón es una decisión que tomamos los seres humanos y cuando decimos decisión, podemos comprender que es una acción que no sólo viene de mis emociones o sentimientos, sino fundamentalmente de mis pensamientos, entonces, cada uno de nosotros valúa según su sistema de creencias, experiencias vividas y modos de operación, si es que esta situación o persona va a ganarse mi indulgencia. Es en este momento en que tomamos el control de la situación y cogemos las vestiduras del juez o verdugo para definir la sentencia. Pregunta: ¿es posible que el acto de no perdonar tenga que ver con el ego y no realmente con el hecho que en algún momento nos hirió? Efectivamente, el controlar la situación con mi decisión de perdonar o no dependerá de cuan herido o complacido está el Ego como para negar la disculpa de alguien.
Hace tan sólo unas semanas una persona quien fue expuesta a situaciones de abuso y abandono comprendía que parte de no superar los traumas del pasado respondía a la omisión de un reconocimiento de la falta y disculpa por parte de las personas que le habían agredido, semanas después de ciertas exploraciones en terapia, esta misma persona dice: “qué casualidad, ahora que estamos trabajando el perdón, vinieron cuatro personas a pedirme disculpas, eso es raro, ¿cierto?, y la pregunta lógica fue: ¿los perdonaste? Y su respuesta fue que no, por los siguientes motivos: primero, porque no estaba lista para perdonar, segundo, que no era tan fácil y que porque alguien lo requiera no significaba que debía de acceder automáticamente al pedido y finalmente, porque estas personas no merecían su perdón y que actúen posteriormente como si nada hubiese pasado.
Con este ejemplo podemos notar que si nosotros perdonamos hay riesgos, según las creencias establecidas, como: Perder el control de la situación, dejar de tener la oportunidad de torturar al otro por un error del pasado o seguir atado al síntoma de víctima, temor a olvidar el hecho y confundir los sentimientos “que debería tener” hacia el atacante.
El acto de no perdonar no sólo genera sentimientos de rencor y resentimiento, sino que es una especie de castigo que ejercemos en contra del agresor, es una forma de respuesta para poder hacerle daño de una manera aparentemente indefensa, sin embargo, estamos olvidando que todo el tiempo que nos “comprometemos con nosotros mismos” a no perdonar, estamos llevando una carga emocional que no sólo es pesada, sino que nos desgasta día tras día. En la película británica “La Misión”(escrita por Robert Bolt), podemos evidenciar como es que la culpa, como resultado de no haber perdonado a tiempo, obliga al agredido a tomar una carga y llevarla literalmente en su espalda durante mucho tiempo y cada día que pasa, esta obligación se torna más pesada. También podemos evidenciar que al no soltar este tipo de imposición, su paso no sólo será más lento, sino que implicará un doble esfuerzo para temas esenciales como respirar, caminar, ver y escuchar, porque él sólo está enfocado en su auto castigo, sólo cuando es capaz de notar las limitantes que este suplicio trae a su ruta, decide desatar la carga y como consecuencia se echa a llorar liberando una emoción y dándose cuenta que tiene derecho a ser feliz.
Y entonces, ¿por qué es tan difícil perdonar?, ¿acaso hay cierto masoquismo en las personas que, incluso sabiendo que nos hacemos daño, seguimos empecinados en no otorgar al otro el perdón?
Además de entender que perdonar es una decisión, es importante preguntarnos qué nos lleva a no querer deshacernos de esas cargas emocionales, cómo de alguna forma entramos a espacios de confort odiando al otro y sintiéndonos mal al mismo tiempo al recordar una situación del pasado con dolor.
Llevar en tu ser la ira, resentimiento o dolor por una persona o situación del pasado, muchas veces es placentero, y es que este algo no resuelto se convierte en un síntoma, es decir, tener la certeza que después de lo sucedido, tendré a mi lado algo que coexiste en mi (una enfermedad), una señal que es prueba viviente que algo pasó y no estamos dispuestos a dejarlo ir porque me pasó a mí, fui yo quien lo sintió o vivió.
Cuando no perdonamos lo sucedido en el pasado lo único que almacenamos en nuestra mente y emociones son memorias de dolor y ahí es cuando el pasado se convierte en presente cada vez que revivimos la experiencia con sufrimiento. “El Dolor es Inevitable, el Sufrimiento es Opcional” (Buddha). Nota que podemos ver la imagen ocurrida tiempo atrás y dejarla pasar y
volver al presente y continuar, pero en lugar de esto, decidimos no soltar y seguir llevando el dolor a cuestas, sin mencionar, las consecuencias físicas, mentales y emocionales que acarrea el sufrimiento estancándonos en la tristeza o ira.
Entiéndase que cuando perdonamos, el efecto de la disolución de esta carga emocional beneficia en un 99% al agredido, pues a partir de la decisión de perdonar, la carga se aligera y seremos capaces de andar por la vida de forma más ligera y propositiva.
El hecho de no soltar, es un hábito que ha sido validado en la intención de ser respetado o reconocido, evitando una nueva humillación o falta, también está la falsa de creencia de si suelto y perdono olvidaré lo ocurrido y no habrá lección aprendida, pero te aseguro que el aprendizaje ya se dio y que olvidar es imposible porque se encuentra en nuestro ordenador personal. Otras personas, asocian el soltar con perder algo y esto viene de la costumbre de sentirnos disminuidos, olvidados, despreciados y agredidos, mira, esto es sólo miedo a dejar de sentir, necesidad o apego de seguir recordando algo que en cierto momento fue debilitante, pero que, en el presente, ya no lo es más, porque todo en la vida es transitorio, excepto aquellos pensamientos en los que nos enganchamos y no los dejamos partir aferrándonos al pasado.
Soltar, es darse permiso para que algo fluya, como un rio que sin hacer daño a nadie sigue con su curso y el agua que vemos ya no es más la misma, qué hay de malo en ello, tenemos mucho miedo de soltar y en realidad lo que dejas ir es ese algo o alguien que cumplió su cometido y debe partir para que llegue una nueva experiencia o enseñanza a nuestras vidas, al dejar este tipo de limitación damos paso a nuevas personas, oportunidades, riesgos y aventuras, lo único que necesitamos es cambiar el enfoque en la decisión de ser libres.
Entonces, para empezar a soltar, detecta por qué te resistes a hacerlo, identifica si tienes miedo a lo que pueda llegar a tu vida, si lo que tienes es culpa por lo ocurrido y tienes un sentido de responsabilidad exagerada o si estás en el hábito de cargar con todo lo malo que te ocurre a ti y a tu alrededor.
Una vez aceptes la importancia de soltar y dejar atrás el sufrimiento, visualiza como será vivir en paz, sin cargas adicionales al diario vivir, concentrándote sólo en ti, comprendiendo que, al soltar, tendrás las manos libres para recibir y vivir en el “ser” y no en el “deber”.
Renacer es entrar a la zona del agradecimiento por cada una de las enseñanzas recibidas, (incluyendo las que fueron dolorosas o crueles) era sólo eso, aprendizaje, empezarás a notar que tú puedes tener control de la calidad de tus pensamientos y emociones y que ya no son estas las que te controlan y desequilibran, encontrarás la oportunidad de concentrarte en ti y en tu poder personal, en abrir la puerta de las posibilidades y conectarte con tu esencia divina.
Recuerda: “Donde enfocas tu atención colocas tu energía” (Dr. Joe Dispenza)
Plenamente de acuerdo que el perdonar te hace libre y tienes paz, porque te liberas, pero humanamente no podemos borrar de nuestra memoria los recuerdos a los sucesos que ocasionaron sufrimiento, dolor y tristeza, eso sentimientos son los que nos hacen vivir en el pasado y no perdonar al 100% nos cuesta, si hubiera alguna técnica para practicar el PERDON VERDADERO POR FAVOR COMPARTIME NECESITO PONER EN PRACTICA
Más que técnica es contar con la plena comprensión que el pasado fue doloroso y que en el presente no existe el dolor sino el pensamiento del pasado que se traduce en sufrimiento y que seguir estancados en el pasado es siempre nuestra decisión.
Lo que sucedió no lo vamos a olvidar pero sí podemos verlo como una fotografía y soltar, lo contrario es engancharse el el pensamiento de injusticia y reaviva os las emociones y esto no es necesario.