Durante muchos siglos, las mujeres han sido las pacificadoras de sus familias. Han sido ellas las que, a través de la ayuda, el amor incondicional y el cuidado compartido, han hecho posible que las familias se unieran en tiempos de dificultad y desesperación. Esta calidad es algo inherente a cada ser.
El 8 de marzo es un día para recordar la fuerza y el coraje de un grupo de mujeres que contribuyeron en la apertura contra las condiciones laborales de la época; con este evento se inicia la petición y posterior consecución de la igualdad, dignidad y participación de nuestro género en la sociedad, para que nuestra voz se escuche con la misma fuerza.
Hay mujeres que dicen que no hay nada que festejar, sin embargo, es un día para agradecer y reconocer nuestro valor como mujeres, es un recordatorio de cientos de batallas hoy superadas para ser parte activa y productiva de nuestra sociedad.
Hoy te acompaño en el camino a convertirte en tu más alta prioridad, en soltar roles y expectativas sociales para ser tú misma, cada mujer es única y perfectamente imperfecta, deja de estar a la sombra de un árbol y únete a la luz para que ilumines lo más bello de tu ser.
Es el día para apreciar que ser mujer no es sólo ser nutridora y madre, sino también participar activamente en la sociedad y perseguir tus sueños. Así que este 8 de marzo no esperes a que empiecen cosas felices, ¡sal y haz que empiecen! ¡Adelante!