Vine a terapia en busca de una última pizca de esperanza tras enfrentar situaciones muy complicadas que ya no podía sobrellevar sola. Aprendí que no todas las cosas son mi responsabilidad y que cada persona debe enfrentar sus miedos y madurar. Durante las sesiones, descubrí mis virtudes, habilidades, gustos y creencias que antes no exploraba por la opinión de los demás. También comprendí que mi tendencia a enfermarme era un mecanismo de defensa ante situaciones que me disgustaban. Aprendí a entenderme a mí misma y a aceptar que la vida es una experiencia humana, con todos sus eventos formando parte de un propósito mayor.